Carrera en el exilio

18.08.2011 21:23

 


Carrera en el exilio

 

Argentina

 

Cuando José Miguel y sus hermanos llegan el 17 de octubre, a Cuyo, la disputa entre los partidarios y los opuestos al gobierno carrerino recrudecieron. El general O'Higgins obtenía apoyo en José de San Martín, quien era hermano masónico de O'Higgins, ya que ambos estaban unidos por la secreta Logia Lautarina para la liberación de América, sin embargo, San Martín no tenía confianza en Los Carrera, por una variedad de motivos incluyendo una seria de actitudes por parte de los hermanos que fueron consideradas por San Martín como una tentativa de desconocer su autoridad. Al mismo tiempo, los hermanos habían sufrido mucho desprestigio a consecuencia del desastre de Rancagua y muchos entre los refugiados en Mendoza los acusaban, erróneamente, de haberse robado el tesoro nacional y de traición.

Finalmente tanto O'Higgins como José Miguel y Juan José fueron enviados a Buenos Aires, donde los esperaba Luis, que se encontraba prisionero por haber matado en duelo a Juan Mackenna, debido a que Luis consideraba que el informe que Mackenna había entregado los injuriaba. San Martin, ante la disyuntiva de tener que enfrentar permanentemente los indisciplinados reclamos y acciones de los Carreras, cuando menos distracciones necesitaba dado su proyecto de cruce de los Andes, toma la decisión de no apoyar a José Miguel Carrera. Tampoco ignoraba el Libertador de Tres Naciones sudamericanas, que los Carreras mantenían vínculos amistosos con sus opositores lautarinos.

A su llegada a Buenos Aires, Carrera se encuentra con Carlos María Alvear, amigo suyo desde los tiempos de Cádiz y enemigo acérrimo de San Martín. Los dos generales se encontraron y estrecharon nuevamente su amistad. Aunque Alvear era miembro de la Logia Lautarina, también era el fundador de la Logia Nro 3 de Cádiz: "Los Caballeros Racionales", orden a la que se dice Carrera pertenecía. Adicionalmente, una disputa interna en la logia Lautaro la había divido entre los partidarios de San Martin y los de Alvear. Gracias a esta conexión, Carrera consigue la liberación de su hermano Luis. Poco después, Alvear tomó el poder asumiendo como Director Supremo de las Provincias Unidas, con lo cual Carrera habría obtenido un apoyo decisivo para lograr sus propósitos: ser reconocido como gobierno legitimo de Chile y obtener recursos para montar una expedición a Coquimbo, desde donde planeaba continuar la guerra por la independencia.

Sin embargo el Cabildo de Buenos Aires, compuesto por un sector opuesto a Alvear, quien fue considerado por muchos como un dictador desplazó a Alvear del poder en abril de 1815, terminando con la esperanza de Carrera de obtener sus objetivos en Argentina.

 

Estados Unidos

Sin más recursos en la Argentina, Carrera decidió apelar a sus conocidos en Estados Unidos, principalmente Poinsett, quien fuera amigo suyo cuando fue gobernante. Así fue como se embarcó a bordo del Expedition hacia los Estados Unidos, sin dinero y sin hablar el inglés, que logró dominar en los tres meses que duró el viaje en barco.

Poinsett lo introdujo al entonces Secretario de Estado (James Monroe) a través de quien logró entrevistarse con el presidente estadounidense de la época, James Madison, quien se excusó de no poder hacer nada por la liberación de América del Sur, ya que en ese tiempo Estados Unidos se encontraba en negociaciones de la compra de la Florida a España. Sin embargo, Carrera reanudo su relación con otro amigo suyo, el comodoro David Porter, quien más lo ayudaría en su estadía. Adicionalmente, en Nueva York, José Miguel logró relacionarse con varios militares europeos de importancia, quienes lo aconsejaron respecto a cómo debía proceder, y hasta logró entrar a la logia estadounidense San Juan de Jerusalén n°1, la cual le sirvió para lograr contactos que le serían vitales en su misión

Muchos norteamericanos fueron deslumbrados por Carrera y lo ayudaron, tanto en términos económicos, como prestándose a servir al lado del General. Gracias a su estampa, figura y finura de sus modales, José Miguel resultaba ser muy convincente y digno de admiración. Mientras tanto en Chile, su padre era desterrado a Juan Fernández y los bienes de la familia Carrera requisados por los españoles.

Al cabo de un año, José Miguel logró reunir cuatro barcos, armamento y soldados en pro de la liberación de Chile, incluso terminó de aprender inglés a la perfección durante su estadía.

Llega de vuelta a Argentina, de acuerdo a él, el 9 de febrero de 1817. En esos momentos, el Ejército de los Andes había iniciado el cruce de los Andes y la campaña se encontraba en un momento muy delicado. Carrera se negó a poner su flotilla al comando de San Martín -aduciendo que hacer tal cosa era equivalente a decidir por adelantado el futuro gobierno de Chile. De acuerdo a Diego José Benavente Carrera dijo “Entonces San Martín no va a liberar el país sino a conquistarlo, no va a dejar a los pueblos que elijan a su mandatario sino a imponerlo”. En consecuencia el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, don Juan Martín de Pueyrredón le impidió el paso a él y su flota, la que fue eventualmente, después de un intento de José Miguel de zarpar sin permiso, requisada y Carrera encarcelado -de acuerdo a él, el 29 de marzo de 1817- a bordo del bergantín Belén.

A continuación viene una seria confusa de hechos. De acuerdo a Carrera, en su Manifiesto a los Pueblos, después de la batalla de Chacabuco San Martín fue a visitarlo para explicarle que su arresto se habría debido a motivos políticos, pero que ahora no había obstáculos para su libertad, esto habría sido el 15 de abril. (Hay que notar que la historia "oficial" no conoce este viaje de San Martín desde Chile a Buenos Aires) Carrera interpretó eso como una burla. Poco después, y a través de su hermana, se le dieron pasaportes para él y sus hermanos. Carrera interpretó eso como una tentativa siniestra: en sus palabras “después de esta escena teatral, no dudaba ya que se trataba de nuestro exterminio”.

Sin embargo, Vicuña Mackenna cita una carta de Carrera a Pueyrredón (fechada el 3 de abril) en la que dice: “Apenas consiga de V.E.. la libertad i un pasaporte para puertos extranjeros, i sin pensar mas en la carrera que me ha obligado a todo jenero de sacrificios, me dedicare a endulzar las amarguras de los que son desdichados por mi”. En adición, se le ofreció nombrarlo embajador a EEUU y mantener los cargos militares a sus hermanos si lo acompañaban.

Cualquiera que fuera la situación, Carrera desechó las ofertas, prefiriendo escapar, un poco antes del 18 de abril, con la ayuda del Comandante del “Belén", Manuel de Monteverde y del oficial estadounidense William Kennedy, y, a bordo de un bergantin portugués llego a Montevideo donde recibe la protección del General portugués Carlos Federico Lecor y, de acuerdo a Benavente, se dedicó “a vindicar su honor tan vilmente ultrajado (….) Escribió un manifiesto (…) I respondía a cuanta calumnia se le hacía...”.

El viaje y posterior asilo de Carrera en Montevideo es llamado ”imprudente” por Benjamín Vicuña MacKenna, agregando que se ve de nuevo esa vehemencia que hacía que Carrera actuara sin considerar las consecuencias. Este asilo puede ser visto como nefasto para su reputación política y posiblemente como un factor importante en el próximo ajusticiamiento de sus hermanos. Parafraseando un gran historiador inglés, se puede decir que en algún momento en el periodo que sigue, Carrera dejó de ser el autor de su destino y se transformó en actor en los proyectos de otros.

En efecto, tomando ventaja de que San Martin y la mayor parte del ejército Argentino se encontraba ya sea en Cuyo (particularmente Mendoza), preparándose a liberar Chile (ver Ejército de los Andes) o en el noroeste de las Provincias Unidas, previniendo una invasión desde el Alto Perú (ver Ejército del Norte), el general Lecor había invadido hacía poco la Provincia Oriental -(ocupando Montevideo el 20 de enero de 1817)- al mando de un ejército monarquista portugués, y en los momentos que Carrera escogió asilarse bajo su protección, se temía una invasión al resto de las Provincias Unidas,37 intención final de la Corte Brasileña bajo la influencia de la princesa Carlota.

Adicionalmente, en Argentina misma había, se dice, un fuerte grupo partidario de ella. En esas circunstancias, basarse -como lo hizo- en Montevideo, y bajo la protección de un general líder de una expedición monarquista, daba obvios motivos para recelos y sospechas. Recelos que, se ha alegado, formaban parte central de las intenciones de Lecor y su secretario: Nicolás Herrera

Sin embargo, los comienzos fueron buenos. Se le unió un grupo de partidarios, entre los que se encontraban, aparte de Kennedy (el oficial que lo ayudo a escapar), los dos Benaventes, Manuel Gandarillas, Pedro Vidal, Camilo Henriquez.

Adicionalmente, pronto llego a esa ciudad su antiguo amigo, el ex Director Supremo Alvear, quien aparentemente se había ahora declarado fiel sirviente de la corona y promovía el federalismo. Carrera se dedicó a organizar sus planes y a preparar su Manifiesto a los Pueblos de Chile (listo en septiembre de 1817 de acuerdo a Vicuña Mackenna, pero publicado en marzo de 1818) y a conseguir ayuda para su proyecto.

Aun cuando no se sabe cuales eran sus planes concretos, las numerosas cartas que mando a su esposa y algunos otros documentos dejan entrever algo. Le dice a ella que bastaría con “ahorcar cuatro brivones”, que “lastima que “Riquelme” (O’Higgins) no tenga mil pescuesos para medio pagar”. Le informa que ha estado en contacto con Artigas y que, “de ahí, a Chile”. Declara que Chile esta destinado a ser parte de una confederación del sur de América (Proclama a los Chilenos, Un Aviso a los Pueblos de Chile, etc).

Escribe a EEUU, desde donde recibe una carta - fechada en Washington el 15 de noviembre de 1817 y mandada a través de un oficial naval del gobierno de ese país- en que se le dice que el propósito de los enviados que le llevaron la carta “es preparar el camino para el reconocimiento de la independencia de aquellos países de Sud-América que estén dispuestos a establecer gobiernos conformes al nuestro” y que “el momento favorable ha llegado, abrigo la confianza de que sabrá Ud. aprovecharlo y emplear toda su energía en hacerlo fecundo”.

Para comprender la totalidad del sentido de ese documento conviene tener en cuenta algunos otros factores. La carta esta escrita muy cuidadosamente, no dice nada que no pueda ser explicado como una expresión de los mejores deseos a países hermanos.

Y en todo caso no esta escrita por un miembro político del gobierno de EEUU, sino por un alto oficial de la marina (David Porter, a la sazón comodoro y miembro de los Comisionados Navales de EEUU) quien -se podía alegar- era amigo personal de José Miguel Carrera. Sin embargo, entonces la posición oficial del gobierno de EEUU era que “en el presente no es expediente reconocer la independencia de las provincias unidas del rio de la plata en consideración tanto a sus intereses como los de EEUU”. Un poco más tarde mas se revela cuales son los problemas que causan tal inexpediencia: Argentina se muestra reacia a conceder a EEUU la calidad de “nación más favorecida” en asuntos de comercio.

La carta hace una referencia a “las miras de mi gobierno respecto a Sud-America y de Ud mismo”. A la sazón, el presidente de EEUU era James Monroe -el mismo que algunos años después anunciaría la doctrina que lleva su nombre- y su "Secretario de Estado" era John Quincy Adams, el verdadero autor de esa doctrina. Se puede notar entre esa carta y esa doctrina una curiosa similaridad de fondo: en ambos se afirma que, en relación a Sud-América, EEUU actuara sin consideración de los intereses Europeos. (de hecho, la carta establece las condiciones de esa doctrina: que si Inglaterra no se envuelve, EEUU actuara sin consideración a esos intereses).

Carrera recibió esa carta el 21 de marzo de 1818. Algunos días antes -el 4 de marzo- había finalmente publicado su Manifiesto a los Pueblos de Chile. Ese documento es, a pesar que en el niega toda ambición política y agrega que no lo anima ni un deseo de rebelión ni de venganza, una verdadera proclamación del inicio de su campaña. Dirigido a los "Pueblos generosos, camaradas y compañeros de armas", en el se acusa a San Martín y a O'Higgins de numerosos deshonestidades, incluyendo el estar en colusión con y ser la vanguardia de los monarquistas, etc, con el fin de "sustituir en su restauración al yugo extranjero el de sus pretendidos libertadores"

José Miguel declara que su afán en publicar ese Manifiesto es no solo la defensa de su honor pero que además busca "por lo menos avisar a los Pueblos de los peligros que los circundan, y prevenirlos contra las redes que arma cautelosamente la ambición detestable de un enemigo doméstico encubierto con el Paladín de las Libertad Publica" agregando que "No seria prudente callar por delicadeza lo que es preciso publicar por deber". "Nosotros hemos peleado, hemos derramado nuestra sangre para destruir la tiranía, no para cambiar de tiranos." Con esa publicación y la llegada de la carta desde EEUU, los planes de Carrera, cualquiera que fueran sus detalles, parecían estar empezando a dar frutos.

Sin embargo, para esa fecha y aparentemente desprovistos de comunicación con él, sus hermanos habían decidido ya actuar. Situación que probo desastrosa tanto para ellos como para el.