Carrera, director de la Revolución

17.08.2011 23:41

 


Carrera, director de la Revolución

 

Intervención política de José Miguel Carrera: dudas y confusiones.

 
Cuando José Miguel Carrera llega a Chile, el sector más independentista -liderado por Juan Martínez de Rozas, quien aparentemente era miembro de la misma logia que Carrera: Los Caballeros Racionales de Cádiz- había organizado un golpe de estado alegando irregularidades en la elección del primer congreso apoyado por sus hermanos: Juan José y Luis, quienes estaban al mando de las tropas en la capital. José Miguel persuadió a sus hermanos de esperar, mientras el trataba de convencer al sector más conservador de solucionar el problema pacíficamente.
 
Fracasada esa intentativa, José Miguel decidió que la única solución era ese golpe, el que tuvo lugar exitosamente el 4 de septiembre de 1812. Sin embargo, su intervención tuvo otras dos consecuencias: primero, debido a la posposición inicial del golpe se produjo un esbozo de rivalidad entre la capital y Concepción y por ende, entre Rozas y Carrera. A consecuencia de esto, al día siguiente (5 de septiembre), pero sin coordinación con los sucesos de Santiago, los "exaltados" reemplazaron, en un cabildo abierto, los diputados de esa provincia por otros independentistas. Segundo, Carrera demostró ser quien tenía control efectivo sobre las fuerzas armadas.
 
El resultado inmediato fue que el Congreso Nacional quedó en manos del sector independentista. Sin embargo, el 15 de noviembre del mismo año, Carrera dio un segundo golpe, que mantuvo formalmente el Congreso, pero estableció un triunvirato integrado por José Gaspar Marín (por Coquimbo y Bernardo O'Higgins -como suplente de Rozas- por Concepción pero encabezado por Carrera (por Santiago), dando así comienzo a la controversia sobre sus motivaciones e intenciones.
 
Carrera mismo da tres motivos diferentes para ese segundo golpe. Carrera circuló el 20 de noviembre un panfleto anónimo que dice que ese Congreso sufría de la “nulidad más imaginable” por cuanto para su formación, “no se había consultado la voluntad libre del ciudadano i atropallado la representación general”.  Sin embargo, en un “Manifiesto” circulado en las provincias y fechada el 4 de diciembre del mismo, argumenta que la convocación al Congreso mismo había sido inoportuna, por cuanto el país no estaba preparado para tener ese tipo de instituciones. Agrega además que la elección de diputados habría sido nula debido a que había estado sujeta a “la acción de cabalas y facciones”.
 
Termina asegurando que tal situación era inaceptable para el pueblo, el cual no había tenido otro recurso que recurrir “a la tropa i, no pudiendo esta ensordecer con indolencia una queja que lo tocaba tan de cerca, hizo suya la demanda”. Finalmente, en su diario militar revela que el propósito era deponer lo que el consideraba la preponderancia de la familia Larraín: “Ya no podíamos conformarnos por más tiempo con la dominación de la casa. Los buenos chilenos ocurrían acusándonos de haber sido los que habíamos puesto al país en manos de aquella familia i que por consiguiente habíamos cooperado a la esclavitud de todo Chile … nada protegía aquella maldita familia para no sofocarla”. Lo interesante de esa última opinión -la privada de Carrera- es que no menciona intereses políticos más allá que la destrucción de esa familia y su reemplazo por la de él.
 
Poco después, el 2 de diciembre de 1811, el congreso fue disuelto (lo que llevo a la renuncia de Marin y O'Higgins del triunvirato) Carrera nos da, en su diario militar, sus razones: “Los hombres que componían el Congreso, en su mayor parte ignorantes, asesinos i últimamente dirigidos por uno o dos perversos, fue el motivo que nos determino a su deposición”.  Él tenía ahora el poder total.
 
A consecuencia de lo anterior, la Junta de Concepción desconoció la autoridad del gobierno militar, demandando la restauración del gobierno representativo. Carrera -a través de O’Higgins- mando aseveraciones de buena voluntad y en una reunión -a fines de abril de 1812- aseguro a Rozas que de hecho, “desde la revolución de diciembre protesto el gobierno (de Carrera) que seria Representativo”.  Confiando en las palabras de Carrera, las tensiones se relajaron y las provincias del sur se dispusieron a recibir diputados a fin de resolver las dificultades. Carrera agrega en su diario “Para evitar los males con que nos amenazaban las juntas de Concepción i Valdivia, era preciso tomar medidas sagaces i activas; asegurada Concepción, nada costaba sugetar a Valdivia.
 
En Julio de 1812 fue mandado a Concepción don Juan Antonio Salcedo i Munoz, como diputado del gobierno (de Santiago) cerca de la junta de guerra, para tratar i cortar toda desavenencia; su principal objeto era destruirla (…se) logro por el influjo de don Pedro Benavente revolucionar la tropa, destruir la junta de guerra, apresarla, remitirla a Santiago con muchos de los sospechosos i dejar el mando seguro en manos de Benavente.” A consecuencia de esas y otras maniobras, la guarnición de Valdivia se puso a las órdenes del virrey del Perú y en Concepción misma las autoridades y sectores políticos más conservadores vieron fortalecidas sus posiciones.
 
Lo anterior dio motivos para muchas sospechas. Algunos vieron el segundo golpe como un intento de restaurar el partido monarquista. Otros, incluso ajenos a la política chilena como una tentativa basada en la ambición personal.
Es de notar que todo lo anterior fue justificado por José Miguel Carrera como necesario para el bien “de la causa de la independencia” debido a que “las formas republicanas unidas al poder absoluto; dividida la opinión por la divergencia de los partidos; la ambición disfrazada con el ropaje del Bien Publico; la Autoridad sin reglas para mandar, el Pueblo sin leyes para obedecer, qual nave sin gobierno en medio de las olas, fluctuando entre las convulsiones de la anarquía, presentaba Chile en su estado de oscilacion el quadro de la crisis espantosa ...”.
 
Sin embargo, a pesar de tales declaraciones en relación a buscar la independencia, es de notar que en documentos oficiales de su gobierno esa independencia nunca fue declarada y, por el contrario, se reconocía específicamente a Fernando VII como el legítimo rey de Chile (ver Reglamento Constitucional Provisorio de 1812). Aun tan tarde como en septiembre de 1814 (en vísperas de la desastre de Rancagua) el gobierno Carrerino proclamaba que “Hoy le hostiliza el infame Mariano Osorio contra las órdenes expresas del Rey, que en el decreto del 4 de mayo de 1814 deja las autoridades constituidas en ambos hemisferios hasta la resolución de un nuevo Congreso, y anula la Constitución Española, y órdenes de la Regencia con la pena de muerte a los que pretendan su obediencia. Por tanto, se declara a Osorio y a todos los que sigan su campo traidores al Rey y a la patria.” 
 

Obras de su Gobierno

 

Primer escudo chileno.

 
Entre las obras del gobierno de Carrera se cuenta la Constitución de 1812, que constaba de 27 artículos, y establecía un gobierno consistente de un Senado de 7 miembros y una Junta Superior de Gobierno, con tres vocales.
Es posible ver el documento como una tentativa de establecer una monarquía constitucional o parlamentaria, con una relación directa con la corona pero ninguna otra autoridad española. Se reconocía a Fernando VII de España como Rey, pero establece claramente que “el poder” reside en el pueblo (artículos 2, 6, 8) y que ese pueblo “hará su constitución” y que el rey ‘la aceptara’, declarando al mismo tiempo como nula cualquier orden o disposición proveniente de fuera del territorio nacional (artículo 5°; ésta parece ser la primera vez que se implica que Chile es un "país"; a diferencia de "provincia" o parte de un imperio en documentos oficiales). Adicionalmente, aun cuando establece igualdad de derechos (art 24), Carrera y sus partidarios no abolieron los títulos de nobleza por, alegadamente, no aumentar "imprudentemente y sin necesidad el número de enemigos poderosos contra el sistema de la Independencia".
 
Esta interpretación parece congruente con un artículo, publicado en mayo de 1812 en la Aurora de Chile -y firmado por Camilo Henríquez, quien estaba a cargo de la comisión redactora de esa Constitución- que afirmaba: “El gobierno británico es un medio entre la monarquía, que se encamina a la arbitrariedad, la democracia, que termina en la anarquía, y la aristocracia, que es el más inmoral de los gobiernos, y el más incompatible con la felicidad pública. Es pues un gobierno mixto en que estos tres sistemas se templan, se observan, se reprimen. Su acción y reacción establece un equilibrio en que nace la libertad.” (...)
 
 
 

La primera bandera nacional, hecha por Doña Javiera Carrera,

una de las obras del gobierno de Carrera.

También conocida como bandera de la Patria Vieja (1810-1814).

 

Más confusa es la situación que ese gobierno tenía a corto plazo en la concepción de Carrera o qué papel se reservaba el mismo. Claramente, a largo plazo, se establecía la elección de los miembros del Senado y de la Junta Ejecutiva cada tres años. Pero en la práctica, Carrera eligió personalmente los primeros miembros de ese senado. Y el reglamento establece que los vocales de la Junta en esos momentos serán mantenidos en su cargo y serán reemplazados “en el caso de muerte o renuncia” (artículo 4).
 
La Junta carrerina prohibió en noviembre de 1812 la promoción de lo que consideraba sedición en contra del gobierno bajo la pena de amonestación y luego de exilio en caso de reincidencia;  más tarde, el 25 de marzo de 1813, se decretó la pena capital en contra de aquellos que fueran encontrados culpables de conspirar para derrocar al gobierno.  Además, se advirtió públicamente de castigos en contra de "jóvenes de inmoderado patriotismo" que insultaran a otras personas, ofreciendo confidencialidad y seguridad a los denunciantes, ya que la Junta creía que estos actos deshonraban también al gobierno.
 
En todo caso, parece justo decir que -cualquiera fueran sus intenciones o ambiciones- José Miguel Carrera estaba inspirado sino por las ideas liberales o republicanas por lo menos por las de la ilustración como se entendía en España y un naciente Patriotismo, que difería del concepto de patriotismo que tenían otros hispanoámericanos de la época como Bolívar, etc, que hablaban de una Patria Americana, mientras que Carrera hablaba de una Patria Chilena. La mayoría de las acciones de su gobierno parecen destinadas a crear lo que se llamaba una "opinión pública ilustrada" y a fomentar una identidad nacional distinta al ser súbditos españoles.
 
 
 
Personalmente diseñó, en conjunto con su hermana Javiera, los primeros símbolos nacionales: una bandera nacional (tres franjas iguales horizontales, en el orden de: azul, blanca y amarilla), un escudo de armas, muy diferente al actual y con dos sentencias latinas: Post Tenebras Lux (después de tinieblas, la luz) y Aut Consilio Aut Ense (por la razón o la espada) y una escaparela -que se hizo obligatorio lucir. Adicionalmente, se estableció el 18 de septiembre como festividad, no sólo en reconocimiento del primer paso en el proceso de independencia, sino como forma de realzar el espíritu nacionalista de los ciudadanos chilenos.
 
Se puede alegar convincentemente que su deseo o intención era despertar el interés de los sectores populares, hasta ese punto totalmente indiferentes a la causa independentista, dado a que el proceso de independencia fue, de acuerdo a las concepciones de la época obra de lo que se llamaba en aquellos tiempos "vecinos nobles" (terratenientes, aristócratas, mandatarios militares o eclesiásticos) ya sea europeos, en su mayoría españoles, o sus descendientes directos - los únicos que se aceptaba en esos días como criollos - dejando de lado sectores populares, no solo el creciente mestizaje y los indígenas pero también los españoles pobres o no nobles. Descripciones de ese tiempo dejan claro que los sectores "aristocráticos" y comerciantes acomodados consideraban inferiores no solo a esos pero también al naciente sector profesional, especialmente si estos provenían de familias "mestizas" (muy pocos. Para acceder a la educación superior en esos días era necesario pasar un examen de "pureza de sangre".
 
Es decir, demostrar que no se era mestizo - ver Estatutos de limpieza de sangre)-. El sector "no hispano puro" sufría de un analfabetismo casi absoluto, y de constantes maltratos y discriminaciones por parte de los dueños de la tierra y el dinero. Una lectura cuidadosa de sus escritos sugiere, sin embargo, que la concepción carrerina de "el pueblo" se refiere a lo que en esos días era considerado el Tercer Estado y en estos, probablemente, las clases medias.
 
Su gobierno publicó, además, el primer periódico del país: "La Aurora de Chile", cuyo editor era fray Camilo Henríquez, y en el que se proclamaron tanto los ideales independentistas como los de la ilustración. También fundó el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional de Chile e impulso la formación de una Sociedad Económica de Amigos del País. Se establecieron escuelas gratuitas en los conventos, tanto para hombres como para mujeres y se establecieron relaciones comerciales con los Estados Unidos e incluso recibió al primer cónsul estadounidense en Chile Joel Robert Poinsett, con quien estableció una estrecha relación.
Entre sus otras obras se incluyen la iluminación nocturna y reparación de calles. También fundó la Escuela de Granaderos, base para la futura Escuela Militar.
 
 

Resumen de sus obras

 
Creación del primer escudo nacional, y de la primera bandera nacional, símbolos característicos de la Patria Vieja.
Creación del primer periódico nacional, La Aurora de Chile, a cargo de fray Camilo Henríquez.
Establecimiento de relaciones diplomáticas con EE.UU., por medio del cónsul Joel Roberts Poinsett.
Fundación de la Escuela de Granaderos, predecesora de la Escuela Militar.
Fundación del Instituto Nacional.
Fundación de la Biblioteca Nacional de Chile.
Reglamento Constitucional de 1812.
 

 

 

La lucha por la Independencia

 
En marzo de 1813, desembarcan las tropas de expedición enviadas por el Virreinato del Perú, a cargo del Brigadier Antonio Pareja, con el objetivo de sofocar la emancipación de Chile. Carrera asumió como General en Jefe del Ejército y combatió en Yerbas Buenas, San Carlos y Talcahuano. Las primeras batallas aunque celebradas como victorias en la capital, resultaban ser de incierto resultado; el gran grueso del ejército carecía de la misma experiencia que Carrera en batalla, siendo las deserciones y errores tácticos (y hasta vergonzosos) más comunes de lo que se podrían esperar.
 
 
 
 
Luego de la llegada de las tropas de Gabino Gaínza, Carrera puso en sitio la ciudad de Chillán, de la cual se tuvo que retirar por no contar con los medios adecuados.
En enero de 1814 le sucede en el mando del Ejército el Brigadier Bernardo O'Higgins, victorioso en las batallas de El Roble, el Quilo y Membrillar. Una vez entregado el mando en Concepción, al dirigirse a Santiago es hecho prisionero por los españoles, pero logra fugarse.
El 23 de julio de 1814 encabeza con el presbítero Julián Uribe una revuelta que depone al Director Supremo, Francisco de la Lastra de la Sotta e instala una junta de gobierno con él como presidente. Sin embargo parte del gobierno civil escapa al sur y, en un cabildo abierto en Talca pide a O'Higgins que restaure el gobierno representativo. En consecuencia su hermano Luis enfrenta a O'Higgins en el combate de Las Tres Acequias, derrotándolo con una hábil estratagema defensiva.
 
El desembarco del Brigadier Mariano Osorio enviado por el Virrey del Perú para sofocar nuevamente la independencia de Chile, los obliga a unir fuerzas, pero la falta de materiales de guerra y la celeridad de Osorio, desembocan en el Desastre de Rancagua, donde son batidas las fuerzas patriotas encabezadas por O'Higgins. José Miguel Carrera y sus hermanos emigraron a Mendoza junto a muchas familias patriotas de Santiago. Él se encontraba en la retaguardia para proteger a la multitud que huía, enfrentándose con las tropas realistas en plena cordillera, en la denominada Batalla de los Papeles (el 11 de octubre de 1814). Llega a Argentina donde sólo logra enemistarse con el gobernador, siendo luego aprisionado.